Los arquetipos junguianos y los tipos de personalidad, como el MBTI (Indicador de Tipo Myers Briggs) o el Eneagrama, presentan interesantes similitudes en su enfoque de la psique humana. Aunque provienen de diferentes tradiciones, estos modelos buscan identificar patrones recurrentes en la forma en que los individuos perciben el mundo e interactúan con su entorno.

El MBTI se basa en la teoría de los tipos psicológicos de Jung, que distingue cuatro funciones básicas: sensación, intuición, pensamiento y sentimiento. Jung consideraba que cada individuo tiene una función dominante que colorea su personalidad. El MBTI añade a esto una dimensión de orientación de la energía (extraversión/introversión) y de modo de vida (juicio/percepción). Los 16 tipos resultantes pueden ser comparados con ciertos arquetipos junguianos.

Por ejemplo, el tipo ENFJ (Extravertido, Intuitivo, Sentimiento, Juicio) presenta afinidades con el arquetipo del Bienhechor, orientado hacia los demás, empático y deseoso de tener un impacto positivo. El tipo INTP (Introvertido, Intuitivo, Pensamiento, Percepción), por otro lado, se acerca al arquetipo del Sabio, en busca de conocimiento, análisis y comprensión del mundo. Algunos incluso han propuesto correspondencias sistemáticas entre los 12 arquetipos y los 16 tipos de MBTI, aunque esto sigue siendo objeto de debate.

El Eneagrama, por su parte, describe nueve tipos de personalidad fundamentales, cada uno motivado por un miedo y un deseo específicos. Aquí también, se pueden establecer conexiones con los arquetipos junguianos. El tipo 8, el Desafiante, comparte rasgos comunes con el arquetipo del Guerrero: afirmación de sí mismo, coraje, liderazgo. El tipo 4, el Individualista, recuerda al arquetipo del Explorador, con su búsqueda de autenticidad, originalidad y significado.

Sin embargo, debemos evitar reducir un arquetipo a un tipo de personalidad, o viceversa. Los arquetipos son estructuras profundas del inconsciente colectivo, que trascienden las variaciones individuales. Un mismo arquetipo puede manifestarse de manera diferente dependiendo del tipo de personalidad. Un Guerrero del tipo ENTJ no se comprometerá de la misma manera que un Guerrero del tipo ISFP, aunque ambos compartan una energía combativa y el deseo de defender sus valores.

Además, cada individuo lleva en sí todos los arquetipos, aunque algunos estén más activos que otros. El trabajo con los arquetipos busca precisamente identificar los arquetipos dominantes y los arquetipos descuidados, a fin de desarrollar una personalidad más completa y equilibrada. Una persona del tipo INFP, por ejemplo, puede tener un fácil acceso al arquetipo del Huérfano, pero tendrá que trabajar más para integrar el arquetipo del Soberano.

Como practicante, el conocimiento de los tipos de personalidad puede ser un complemento útil para el enfoque arquetipal. Permite afinar la comprensión de la dinámica psíquica de un cliente y adaptar su acompañamiento en consecuencia. Al enfrentarnos a un cliente del tipo Eneagrama 6, el Leal, seremos atentos al arquetipo del Guerrero, en su dimensión de coraje pero también de duda y lealtad.

Lo esencial es mantener un enfoque abierto y matizado, que no encasille a la persona, sino que la invite a explorar todas sus facetas. Los arquetipos y los tipos son herramientas valiosas para el autoconocimiento y el conocimiento de los demás, siempre que se utilicen con flexibilidad y discernimiento. Como decía Jung, “cada individuo es una excepción a la regla”. El papel del practicante es ayudar a cada uno a descubrir su partitura única, más allá de las grandes categorías universales.

Puntos a recordar:

– Los arquetipos junguianos, el MBTI y el Eneagrama presentan similitudes en su enfoque de la psique humana al identificar patrones recurrentes de personalidad.

– Se pueden establecer paralelismos entre ciertos tipos MBTI o Eneagrama y arquetipos específicos (ej: ENFJ/Bienhechor, Tipo 8/Guerrero), pero hay que evitar correspondencias demasiado sistemáticas.

– El mismo arquetipo puede expresarse de manera diferente según el tipo de personalidad del individuo. Cada persona lleva en sí todos los arquetipos, algunos de los cuales están más activos que otros.

– Para el practicante, el conocimiento de los tipos de personalidad es complementario al enfoque arquetipal. Permite afinar la comprensión de la dinámica psíquica del cliente y adaptar el acompañamiento.

– Es importante mantener un enfoque abierto y matizado, que no encasille a la persona en una categoría sino que la invite a explorar todas sus facetas. Los arquetipos y los tipos son herramientas que deben utilizarse con flexibilidad.

– Cada individuo es único más allá de las categorías universales. El papel del practicante es ayudar a cada uno a descubrir su propia partitura singular.

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