Según la teoría de los arquetipos de Jung, algunos arquetipos son particularmente activos e influyentes en diferentes etapas claves del desarrollo de la personalidad.

Durante la infancia, los arquetipos dominantes suelen ser los del Inocente y del Huérfano. El Inocente representa la pureza, la confianza y el asombro propios de los niños pequeños que descubren el mundo. Este arquetipo se expresa con gran espontaneidad y capacidad para vivir plenamente en el momento presente, sin preocuparse por el pasado o el futuro. El Huérfano, por su parte, emerge generalmente durante las primeras experiencias de separación, pérdida o abandono. Encarna los sentimientos de soledad, vulnerabilidad y también la búsqueda de figuras protectoras y nutricias para llenar el vacío. Los cuentos de hadas están llenos de jóvenes héroes inocentes que se enfrentan a la pérdida de sus padres y deben superar pruebas iniciáticas.

En la adolescencia, los arquetipos del Rebelde y del Amante a menudo toman el protagonismo. El Rebelde representa la voluntad de afirmación de uno mismo, de diferenciación y de transgresión de las normas establecidas. Es una etapa crucial para desarrollar su propia identidad, destacándose de las figuras de autoridad y las expectativas sociales. El arquetipo del Amante, por su parte, se manifiesta en el despertar a la sensualidad, el deseo de fusión y romance. Los primeros amores y la exploración de la intimidad emocional y sexual son experiencias formadoras de este periodo. Romeo y Julieta de Shakespeare ilustra perfectamente la pasión y la rebelión propias de estos arquetipos juveniles.

Al comienzo de la edad adulta, los arquetipos del Guerrero y del Soberano se vuelven predominantes. El Guerrero encarna la voluntad de superarse, de enfrentar desafíos y de luchar por sus convicciones. Es una energía conquistadora, al servicio de la afirmación de uno mismo en el mundo profesional y social. El Soberano, por su parte, representa el deseo de dominio, responsabilidad y liderazgo. Se trata de construir su reino, fundar una familia o dirigir un equipo. Estos arquetipos a menudo son solicitados durante grandes pasos como la elección de una carrera, el matrimonio o la paternidad. Los superhéroes como Superman o Mujer Maravilla encarnan estos arquetipos de fuerza, coraje e influencia.

Finalmente, la madurez y la vejez suelen ver la aparición de los arquetipos del Sabio y del Mago. El Sabio aspira al conocimiento, la reflexión y la transmisión de su experiencia. Es el tiempo del balance de vida, la introspección y el compartimiento de sabiduría a las generaciones más jóvenes. El Mago, por su parte, representa la búsqueda de sentido, espiritualidad y transformación interna. Se trata de trascender las ilusiones del ego, de explorar su mundo interior y de conectarse con algo más grande que uno mismo. Las figuras de Gandalf en El Señor de los Anillos o de Albus Dumbledore en Harry Potter ilustran estos arquetipos de guía espiritual e iniciador en los misterios de la vida.

Por supuesto, estos arquetipos no son fijos y pueden manifestarse a lo largo de la vida, en función de los desafíos de cada etapa. Algunas personas también atraviesan estos arquetipos en un orden diferente o de manera más o menos marcada. Lo esencial es entender cómo estos grandes temas universales influyen en nuestro desarrollo psicológico, nuestras aspiraciones y comportamientos. Como profesional, identificar los arquetipos dominantes en un cliente permite comprender mejor sus resortes internos, sus desafíos actuales y sus palancas de transformación.

Puntos para recordar:

– Según la teoría de los arquetipos de Jung, algunos arquetipos son particularmente influyentes en diferentes etapas claves del desarrollo de la personalidad.

– Durante la infancia, los arquetipos dominantes suelen ser el Inocente (pureza, confianza, asombro) y el Huérfano (soledad, vulnerabilidad, búsqueda de figuras protectoras).

– En la adolescencia, los arquetipos del Rebelde (afirmación de sí mismo, transgresión) y del Amante (despertar a la sensualidad, deseo de fusión) a menudo toman el protagonismo.

– Al comienzo de la edad adulta, los arquetipos del Guerrero (superación personal, lucha por sus convicciones) y del Soberano (dominio, responsabilidad, liderazgo) se vuelven predominantes.

– La madurez y la vejez suelen ver la aparición de los arquetipos del Sabio (conocimiento, reflexión, transmisión) y del Mago (búsqueda de sentido, espiritualidad, transformación interna).

– Estos arquetipos no son fijos y pueden manifestarse a lo largo de la existencia, en función de los desafíos de cada etapa de vida.

– Identificar los arquetipos dominantes en un cliente permite comprender mejor sus resortes internos, sus desafíos actuales y sus palancas de transformación.

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